La Melesca

EN LOS REMOLINOS DEL TIEMPO

CONVERSANDO CON NOLO TEJÓN

 

Única, fresca y pura, la obra de Nolo Tejón y de su compañera de vida, Magda De Merolis, representa un valioso legado a la historia de la cultura cuyana y un testimonio de coherencia ética y estética. Gregorio Torcetta conversó sin prisas con este entrañable militante de la paz y la belleza.

 

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 por GREGORIO TORCETTA *

EL LLAMADO DE LA TIERRA

Manuel Romelio Tejón nació en Guaymallén, Mendoza, el 3 de Junio de 1925. Hijo de Salvador Tejón Roldán y Eugenia Tovar, ambos andaluces, de Málaga. Con su esposa, la inolvidable Magda De Merolis, integró un ajustado dúo que, sobre la base del folclore tradicional de Cuyo y en buena medida distante de otros movimientos poéticos musicales de la época, supo construir un camino propio, una estética fresca y novedosa.

 

¿Cómo empezó todo esto Nolo…?

-“Bueno… un día, cuando ya tenía más de veinte años, un hermano mío, Santiago Tejón, me dice: “Vení que te voy a hacer escuchar una cosa”. Y entonces me puso “La Pobrecita” de Atahualpa Yupanqui. Eso me produjo una conmoción tan descomunal que lo primero que hice fue agarrar una guitarra. Yo ejecutaba la armónica en aquella época, tocaba temas internacionales diversos. “Al tiempo vino Atahualpa Yupanqui y lo vi en un recital. Fue muy impresionante, muy impresionante. Fue una conmoción, un llamado de lo que era mi tierra. Poco tiempo después llegó la ola del folclore norteño con su enorme riqueza poética y musical, que me dio una cantidad de cosas y fui arrastrado por ellas. Pero yo tenía vivencias muy profundas en mi tierra y ni siquiera sabía que las tenía…”

“Nací en Guaymallén, cerca del zanjón. Mi familia tenía un espíritu muy especial. Mi padre, que era de Fuengirola (Málaga), estaba más o menos bien económicamente. No teníamos casa propia, alquilábamos. Llegaba un día mi padre y decía: “He visto una casa formidable…” y allá iba toda la familia a ver la casa. Entonces nos fuimos a vivir a una casa que tenía algo hermoso… el fondo con parral, chacra y gallinas… Eso me marcó mucho cuando chico, gracias a mi madre, española, de origen campesino. Ella era de Marbella, ahí su padre tenía una finquita.

Así, hasta que mi padre compró una casa muy céntrica y ahí pasé la mayor parte de mi vida. Desgraciadamente esta última casa me hacía añorar mucho el verde porque siempre habíamos vivido en casas donde había árboles, parral, gallinas, todo eso… Y cuando nos vinimos al centro, donde todo era baldosas y en la calle había adoquines, para mí era una terrible ansiedad porque no tenía contacto con la tierra. Pero sí el amor a la tierra. Yo recibí todo esto del amor a la tierra por parte de mi madre.

Cuando chico me llevaba al campo y me hacía conocer muchas cosas. Con gran facilidad se conectaba con la gente del campo, los que trabajaban la tierra. Todas estas enseñanzas me fueron nutriendo, sin que yo me diera cuenta. Y no sabía que dentro de mí había un enorme caudal de conocimientos de nuestra tierra.

Un día dije: yo tengo un lugar, yo pertenezco a este lugar. Lo del norte lo estoy haciendo por imitación, porque realmente es algo cautivante, pero mis vivencias están en este lugar. Y entonces inicié el camino de buscar una forma de expresión que tuviera que ver con mi lugar, o sea, que expresara mi tierra. En cierta forma, siempre tuve una tendencia a investigar, a descubrir cosas nuevas y pensé que lo que quería era hacer un aporte. Me lo planteé así desde un principio, quise expresar lo nuestro, a partir de lo esencial y auténtico y sin modificar esa esencia. Así, buscando y buscando, naturalmente, porque eso no se busca, un poco existe o no existe, de acuerdo como uno ha vivido la cosa”.

La copla andaluza

-“Posiblemente lo más antiguo en mí sea el contacto con la música andaluza. Con la copla andaluza, que es una nutriente poética de extraordinaria importancia. En mi casa se decían coplas permanentemente. Se hablaba con coplas. Todos eran andaluces. Yo soy el único argentino. Siempre había un dicho, una copla, para calificar algo, para decir algo, para expresarse. Alguien contestaba “Porque tal cosa…” y otro le respondía y para fundamentar su posición le decía: “Mira que más vale tal cosa… que esto y lo otro”.

“He mamado la copla ¿no? En casa se leían, naturalmente, los poetas andaluces: García Lorca, Antonio Machado. Yo me he criado con ellos, formaban parte de la familia. Eso me ha dado una escuela, un contacto muy natural con la poesía. Influyó mi familia, no podría probar esto, pero yo diría que mi madre y mi abuelo materno son los que más han influido en un primer momento. Mi abuelo y mi madre eran un poco como unos duendes, con la cabeza siempre en ebullición, mirando e interesándose por cosas, mirando las estrellas, hablando siempre de las estrellas, el universo. Mi padre también, pero de otra manera, una manera distinta, mi padre era más erudito, lo recuerdo paseando por el patio siempre leyendo un libro. Le interesaban los problemas cósmicos, filosóficos”.

Por fuera de los “movimientos”

-“Te voy a decir una cosa, Torcetta. Yo no pertenecí a ese movimiento que fue el Nuevo Cancionero. Naturalmente entré en un nuevo cancionero con temas como “Río que va lejos”, “Jugueteando”, “Remolinos”, etc., además era mi planteo buscar. Pero un nuevo cancionero no se busca, sucede naturalmente. La música nace por las vivencias de ese momento, el ambiente, las palabras, las formas de vida. Yo viví en la época del automóvil, de la radio, después vino la televisión… y todo lo demás”.

“Pero hablemos de mi época de joven. No podía tener las mismas vivencias de mis padres, mis abuelos, etc. Creo que yo nunca participé en un tipo de movimiento organizado. Ellos se plantearon una cosa, en fin, muy frecuente en el arte: venir con un mensaje nuevo. Pero, no sé, no me identifiqué del todo con eso. Pero me pareció un buen propósito. Simplemente seguí con mi corriente, pero siempre en contacto, por supuesto, porque hemos estado en la misma cosa. Yo tengo canciones con Tejada Gómez, tengo dos o tres”.

Los jóvenes del 50

– Por mi parte Nolo, creo que la juventud de los años cincuenta en Mendoza, logró un cambio muy grande. Entiendo que fue una década que conmovió los cimientos culturales de los mendocinos. Se dieron grandes personajes en el arte local. Entre ellos, por ejemplo, surgieron nombres como Sobisch, Alonso, Politti, Tejada Gómez, más allá estaba Draghi Lucero, cuando Tudela y Calí se peleaban por no se qué diferencia en la SADE. Esa fue una época muy rica culturalmente hablando. Yo no la viví. Era un niño. Había nacido en el cuarenta y siete y en la década del cincuenta estaba en la primaria. Pero después de los relatos que he escuchado, de algunas cosas que he leído, creo que la época que vos viviste en tu juventud, fue muy importante en la gesta cultural de los mendocinos. Tal vez haya sido la época, me da la impresión, más brillante que hubo en Mendoza, en cuanto al movimiento cultural.

-“Lo que pasa Torcetta, es que toda esa época está caracterizada -(me parece que éste es el trasfondo)- por un deseo de querer descubrir… y supongo que esto se da (se dio, en muchos países a la vez), como el descubrimiento, la identificación con el propio país. Hay que pensar que en Argentina, se venía de una época donde era obligación, en los programas de radio, difundir el cincuenta por ciento de música nacional y después lo extranjero. Pero de todas maneras, ese cincuenta por ciento, que obligaba a difundir música nacional, permitió un desarrollo muy grande. Todo eso, además de otros factores sociales, generaron un amor muy grande hacia nuestro país, llevó a desarrollar nuestras posibilidades, nuestra idiosincrasia, nuestra cultura. Actualmente el gusto de la gente está formado con lo que más se trasmite: música extranjera.

Desgraciadamente los jóvenes no tienen referencia de nuestra música folclórica”.

LA CUECA ANDA EN EL AIRE

– ¿Por qué la cueca?

“Porque la siento mucho. El compás de la cueca me cala muy hondo. Yo buscaba la guitarra y empezaba tocar un ritmo de cueca. Y estaba, no sé cuanto tiempo, simplemente haciendo el ritmo con pequeñas cosas, pero marcando el ritmo, la cadencia, acentuándola cada vez más. Casi todos los temas que hice, fueron creados así, poniéndome a tocar la guitarra y haciendo el ritmo de cueca, hasta que en algún momento, surgía el canto, digamos, el tema musical. Cuando nos casamos con Magda, vivíamos en Rodeo de la Cruz, en una casita que nos llenaba de alegría. Estaba al lado de una viña. Nos llenaban las cosas de esta tierra, y lo mejor era la gente que vivía en ese lugar. Así nació “Jugueteando”.

“Un día íbamos hacia nuestra casa y entonces le dije: Mirá, Magda, el problema es que hay que romper un poco la estructura de la cueca, esa repetición de la copla. Se repite el primer verso, después el segundo; viene otra estrofa con otra copla y se repite exactamente en la música. Es algo muy repetitivo. En una época en que todo giraba, permanentemente, alrededor de la misma cosa, era más aceptable y es lo que explica esa forma repetitiva. Pero, en una época de más variaciones, mayor riqueza y sensación tal vez debe surgir algo adecuado a esas características. Y entonces, por ejemplo: (tararea un ritmo de cueca) ahí hay que cambiar, no repetir otra vez lo del comienzo. Y me dice Magda, ¡Que lindo que es eso! ¡Cierto! ¡Es lindo!… Le voy a poner letra, le dije a Magda. Así nació la cueca “Jugueteando”, caminando por una calle de tierra de Rodeo de la Cruz.

“La cueca anda en el aire  jugueteando,  jugueteando. 

Vuela, baila , enamorando. 

Risas, flores, en el viento van brotando…

Mi vida con la tuya al bailar se va enredando…”

“Jugueteando” modifica la forma estricta de una copla, que obliga a la repetición de una frase musical siempre igual.

En la cueca “Remolinos” pasa lo mismo:

“Remolinos, remolinos 

del otoño y el viento 

como las palomas ansiosas de volar

en bandadas, por el aire, las hojas se van…

Va rompiendo esa forma de la copla que es un poco cuadrada”.

 

– Ya, en otra cueca anterior “Río que va lejos” se notaba ese cambio.

-“Si, también. Ya no era la copla cancina tradicional, tenía una estructura mucho más dinámica. Le puso letra Mario Espósito, un muy buen poeta mendocino que murió en Europa. Tengo una letra de él que se llama “La gringa” para ponerle música”. Alrededor de esa época yo conocí a Magda. Nos entendimos inmediatamente, en lo personal y en lo artístico. Magda era italiana y hablaba un cocoliche cuando la conocí. Yo estaba con la idea de formar un coro. Hice unos cuantos intentos. Armé varios coros, entre ocho, quince voces, cuartetos, sextetos, etc. Pero estos grupos son difíciles de mantener unidos. Nuestra relación con Magda avanzó, nos casamos y ella me ayudó en ese intento de formar un conjunto. Al final nos quedamos los dos. Así nació el Dúo Nolo y Magda”.

“Ella no quería por nada. Siempre tuvo una tremenda responsabilidad artística. Decía: ‘¿Cómo yo voy a venir a integrar un dúo cuyano?’ Pero ella había vivido, cuando niña, aquí. De todas maneras, estando conmigo y el permanente contacto con gente del lugar, hizo que se fuera consustanciando con esto, cada vez más. Yo digo que aprendió a cantar como la acequia y realmente fue así. Literalmente es así. Hay temas donde hace el sonido de la acequia. Mi objetivo tuvo un baluarte que fue Magda. Fue sacrificado y duro alcanzarlo”.

En lo del compadre COLETTI

– Vos comentabas que en la casa de Coletti se juntaban ustedes.

– “Seguimos yendo con Magda a lo del viejo Coletti y a mucha otra gente. Tenemos muchos compadres y comadres por ahí. Juan Coletti, mendocino, creo que de Maipú, por lo menos yo lo conocí en una finca en Maipú, a él y a toda la familia. Frecuentábamos mucho la casa de Coletti. Íbamos todos: Tejada Gómez, el negro Ávalos, Mario Espósito, Oscar Mathus, entre otra gente que éramos los que en esa época estábamos. Y allá nos juntábamos, siempre que podíamos, ese grupo de siete u ocho. Nos bajábamos del micro y caminábamos dos o tres kilómetros y nos metíamos por un carril (no recuerdo si era el Pescara). Íbamos hasta la finca donde trabajaba toda la familia Coletti. Eran como once o doce hijos, hombres, mujeres. El viejo Coletti era el contratista y con toda su familia trabajaba en una viña. Nos esperaba con el vino casero que hacía el viejo Coletti. Eran unas veladas descomunales, estábamos hasta la mañana. También iba otra gente. A veces eran diez… veinte personas. Y allí estábamos tocando y cantando hasta que se hacía de día y al otro día seguíamos”.

– ¿Nacieron muchos temas?

– “Yo no diría nació tal o cual tema. Pero cada vez que uno tenía un tema o un poema nuevo, lo mostraba. Por ejemplo, con Coletti hicimos la “Cueca de los regadores”, “Cueca de la cosecha”, y alguna otra cosa. “Río que va lejos” la empezamos allí con Espósito. También íbamos a la casa de Tejada Gómez”.

– ¿En la Media Luna, vivía él?

– “No, no. Vivía en Maipú. En Luzuriaga”.

Chalchaleros y Fronterizos en disputa por Tejón

En los años sesenta, en el panorama nacional de la música folclórica regional argentina, Manuel Tejón era un compositor conocido, especialmente porque los conjuntos, los grandes conjuntos de entonces Los Chalchaleros y Los Fronterizos, grababan cosas tuyas, aparte de otros de menor proyección. Pero los más importantes grababan y te buscaban para que les dieras temas tuyos.

– “Así fue, Torcetta. Sucedió que yo tenía un conjunto, en los años cincuenta y siete, más o menos, que se llamaba Los Cóndores y cantábamos, tomando la forma de Los Chalchaleros, pero metíamos muchos temas cuyanos. Estábamos un día cantando en la LV10 y nos estaba escuchando Jorge Cabeza, familiar de Ernesto Cabeza, director de Los Chalchaleros. Hice contacto con él y en algún momento, nos relacionamos con el conjunto… Así conocí a Los Chalchaleros. Un día, en un asado en la casa de Cabeza, canté “Jugueteando” y en un grabador, lo registraron y se lo llevaron. A los dos días llegaron a Buenos Aires y lo grabaron porque también se lo había dado a Los Fronterizos y había una competencia discográfica entre los sellos. Los Chalchaleros se adelantaron y grabaron “Jugueteando” con mucho interés, realmente estaba justificado porque fue un éxito descomunal para ellos en esos años”.

“Los Chalchaleros tuvieron dos épocas, una muy importante: la primera, y después hubo un resurgimiento. Creo que éxito más grande de ese segundo resurgimiento fue “Jugueteando”. A tal punto que una vez Saravia me dijo: “Tejón, cuando vas a hacer otro “Jugueteando”. Marcó una época. Me acuerdo, fue en el año sesenta y dos o sesenta y tres. Apareció en un larga duración que se llamó “Alma Salteña”. Salían en la portada Ernesto Cabeza, Ricardo Dávalos, Juan C. Saravia con Víctor Zambrano, que se había reincorporado al conjunto debido al fallecimiento de Aldo Saravia en un accidente. Y ahí estaba “Jugueteando”. Ese “long-play” cuando llegó a Mendoza se agotó en dos días. El disco traía dos cuecas que marcaron un hito en la historia de Los Chalchaleros: “Jugueteando” y “Cochero e’ plaza”. Y una tonada “Una rosa para mi rosa”. Fue una muy feliz conjunción de temas porque, también había una bellísima zamba de Palorma: “La bandeña”. Fue un “long-play” extraordinario. El lado A empieza con Jugueteando. Y también salió como disco chico de 45 rpm”.

 

– Los Fronterizos ¿cómo se hicieron de tus temas?

-“Los Fronterizos tenían “Río que va lejos” y “Jugueteando”. Cuando llegaron a Buenos Aires grabaron Río que va lejos, en forma inmediata. No me puedo acordar como hice el contacto, creo que hablé con ellos y les dije soy compositor, tengo algunas cosas que a lo mejor les interesan. Como en esa época, tenían una tremenda difusión, ellos necesitaban temas, bueno… les di “Jugueteando” y “Río que va lejos”, iban a grabar las dos. Al tiempo me los encontré y les pregunté qué había pasado con “Jugueteando”. Me explicaron que como la habían grabado Los Chalchaleros antes y ellos estaban en competencia, no la grabaron. Me pareció una tontería bastante grande, pero bueno…, se movía así todo este negocio discográfico”.

 

– Con “Remolinos” levantaron mucho polvo…

-“Posteriormente ellos grabaron “Remolinos” en el Primer Concurso Odol de la Canción, en la que la cueca salió seleccionada finalista con la zamba “Mi pueblo chico”. Fue muy discutido el fallo. Muy peleado el asunto. Me acuerdo que hubo empate. En el jurado el presidente era Carlos Guastavino y tuvo que decidir. Se demoró… era una audición de televisión y en cadena para todo el país ¿no?. Y radio también. Un programa muy estelar. Cantó Suma Paz “Remolinos”. Se demoró mucho. No sabía qué hacer Guastavino. Después Los Fronterizos grabaron los dos temas. Desgraciadamente, en esa época las cosas se manejaban… bueno, supongo que en todas las épocas, se manejaban con un criterio un poco publicitario, porque el disco simple se vendía en grandes cantidades. Y entonces en el cuadro estadístico de ventas iba primero “Mi pueblo chico”, pero no sabemos si era por “Remolinos” o por “Mi pueblo chico”. “Remolinos” sirvió, de alguna manera, para apoyar un poco la difusión de “Mi pueblo chico”. Así, Los Fronterizos grabaron Remolinos y como tenían apuro, porque el sello les exigía, con premura, que la grabación tenía que estar para tal día, no sabían bien la vuelta de la cueca y la modificaron. Entonces, un día, después de haber escuchado el disco me los encontré en Buenos Aires y me dicen: – Y… ¿cuándo nos vas a dar otras cosas? ‘¡Nunca más, porque ustedes me cambiaron algo que me había costado mucho resolver a mí, que es la vuelta del remolino’ (risas) Así que ahí quedamos y no les di más cosas debido a eso. Si no, podrían haber grabado otros temas. Yo no era muy comercial, digamos. Otro hubiera dicho ‘Pero sí, hagan tal cosa…’. Pero yo actuaba así. ¿Qué va a hacer? Era intransigente con ese tipo de cosas. Otra vez, también en Buenos Aires, estaba en una esquina y me lo encontré a Julio Molina Cabral, que me dice: ‘¡Dentro de un rato voy a grabar Remolinos!’ ‘¿Cómo es la letra?’ y me la canta… y le digo: ‘Si, la letra es así, pero lo que no es así es la música’. Menos mal que lo pesqué a tiempo y pude explicarle cómo era la música. Y la grabó, por lo menos, con la entonación que corresponde. La mejor grabación de Remolinos es la de Suma Paz, fuera de la nuestra, con Magda. Creo que es la que más se atiene al espíritu del tema, porque lógicamente, somos los autores ¿no?”

La mujer en el canto cuyano

“Lo mendocino tiene, algo diáfano, algo de agua, de verde. El tipo de música hace indispensable la voz de mujer en el canto regional cuyano, afirma Nolo.

“En el sonido de la voz femenina puede darse toda esa diafanidad. Tradicionalmente nuestro folklore cuyano se canta con la intervención de voz de mujer.

“Es la manera típica de cantar la tonada. Todos hemos escuchado en Mendoza las tonadas al modo tradicional: a dúo, con una voz masculina y otra femenina. Como se cantaba en la antiguedad.

“Intentamos varios conjuntos, incluso uno con ocho voces, cuatro de mujer y cuatro de hombre.

“Por la década del 50, constituimos un trío que se llamó «Los cantores del Cuyum» formado por Amalia Dapaz; Carlos Figueroa, de voz extraordinaria, potente, agudísima, segura y yo, que hacía la voz grave. Actuamos en Radio Libertador y Radio de Cuyo.

En ese tiempo yo estudiaba cerámica. Me gradué en técnico ceramista en la Escuela de Cerámica de la Universidad de Cuyo. El doctor Pálica, profesor austríaco, trajo mucho impulso a esa escuela. Estudié cinco años. Me dieron el título de «técnico químico ceramista».

Con Pepita Malgioglio

“Un año después formamos un cuarteto (dos voces masculinas y dos femeninas) integrado por Pepita Malgioglio (la soprano Fenicia Malgioglio de Cangemi, sobrina de Hilario Cuadros), Lala Cabeza (hermana de Ernesto Cabeza, el integrante de «Los Chalchaleros»; Carlos Figueroa y yo. Cantábamos a dúo, a cuatro voces, etc. Era una voz alta y otra baja de mujer y también una voz alta y otra baja de hombre.

“El cuarteto fue cambiando elementos debido a que algunos integrantes se alejaban, por causas distintas hasta que, tiempo después, se concretó el grupo Actuamos con la misma fórmula ya dicha. Ya estaba Magda. Cantábamos Amalia Paz, Edmundo Herrera, Magda y yo.

Los Mendocinos

Con su esposa, Magda De Merolis, se casaron el 19 de enero de 1959. Ese mismo año formaron el dúo «Los Mendocinos». Esa joven italiana, abruzzense, llegó al país y se asimiló completamente a nuestro espíritu, hasta connaturalizarse con la tierra cuyana. Le pone al dúo la frescura de una voz con pureza de acequia que corre entre piedras por tierra mendocina. El contracanto femenino matiza la voz grave de Manuel Tejón, quien, a su vez, se turna para enriquecer con su contracanto la melodía. Es, sin duda, algo nuevo, fresco, distinto, verdaderamente agradable. (Fragmento de una entrevista realizada por León Benarós en la década de 1960 y publicada en la web por “Voces de la Patria Grande”)

“Teníamos de característica una tonada. Cantábamos basándonos en la manera y el color típico de nuestra región, pero agregando algunos elementos musicales nuevos, tratando de ponerlo a la altura de la sensibilidad de ese momento, sin perder el sabor ni el gusto de lo tradicional mendocino.

“Nuestras voces jugaban permanentemente. Cambiamos. La primera voz pasaba de mí a ella. Los dos hacíamos primera, segunda o tercera voz. Muy pocas veces al unísono. Hacíamos dúo –cantábamos a dos voces y también, mientras uno cantaba, el otro hacía un contracanto. Eso es lo que buscábamos.

HA DE SER QUE SOMOS PARRA

– Para esa época, con Magda, ¿ustedes van a Buenos Aires y graban el long-play? 

-“No. Para esa época grabamos un simple, con la “Cueca de la Cosecha” que hicimos con Coletti y el gato “El burro” del otro lado. Grabamos en un sello muy chico que se llamaba Stentor, un sello muy limitado. Después volvimos a Mendoza desengañados de las posibilidades de Buenos Aires. No triunfamos, digamos, aunque después nos buscan para grabar el long-play. Se agotó enseguida y no sabemos por qué no siguió editándolo el sello Music Hall. Varios años después grabamos por nuestra cuenta un cassette, largando poemas para ambientar más la cosa. Fue en el ochenta y nueve con el título “Ha de ser que somos parra”, que es parte de una copla mía que dice:

“Los naranjos dan naranjas

los algarrobos dan vainas

nosotros somos racimos

ha de ser que somos parra”. 

Hay otra que se llama “Eso quisiera”

“Una florcita de corrihuela

una mañana de primavera

por un camino que vos vinieras

yo te encontrara, eso quisiera

Y la flor en el pelo yo te prendiera

y vos, traviesa, que me sonrieras”.

Magda escribió una letra sobre don Germán:

“La savia está descansando

y ya es tiempo de podar

con la tijera en la mano

allá viene Don Germán.

Hijitas, dice la parra

allá viene don Germán

las ramitas que no sirvan

que traten de aparentar”.

Yo también escribí otra que se llama “La receta”, que es la fórmula para hacer una cueca:

“Juntá un manojo de luces en la mañana

cuando el sol meta chacota va por el agua 

en un jolgorio de grillos que bailan.

De los secretos rumores de las acequias

elegí los que se enredan entre la menta 

para que llenen de aroma la cueca. 

¡Ay, que no va!, no vas a poner el bombo

¡ay que no va!, en la cueca cuyana

más bien de luz y jilgueros ponele un arpa.

La risa más mentirosa de las muchachas

y de mozos pedigüeños poné las ganas

librá pañuelos de estrellas y albahaca”

Panorama

Realidades distintas

“La canción folklórica mendocina nació en una realidad completamente distinta a la que existe hoy. Eso lo analiza muy bien Draghi Lucero en su libro «Cancionero Popular Cuyano». La gente ha cambiado. Ha cambiado la forma de vida, mucho más rápida que antes. Esta Mendoza de hoy, logicamente, tiene que dar lugar a otra música nueva, por supuesto basada o inspirada en sus raíces.

La cueca cuyana no se canta tanto en Mendoza como se cantaba antes. Tal vez por la influencia de los conjuntos, que la cantan al estilo del norte, mucho más rápida y con bombo.

Pero, de todas maneras, la cueca cuyana se canta mucho en zonas rurales, en las fincas, igual que la tonada tal cual es allí se la puede escuchar todavía.

Es muy difícil que un cantor vaya a una casa de campo y no le digan: ¡Cántese una tonada!. .. Es un llamado de atención para los folkloristas jóvenes que hay en Mendoza, porque todo el mundo, ahora, canta norteño. La muchachada no conoce las canciones folklóricas cuyanas.

A quien corresponda

Bueno, Torcetta, lo que quisiera agregar es un pedido a quien corresponda:

Que de alguna manera, se haga algo para que nuestra música popular, nuestra cultura popular o no popular, pero nuestra cultura, con raíces nuestras tenga más posibilidades.

Si el artista no puede vivir de su labor, entonces no se puede hacer cultura, sobre todo en esta época tan difícil. Pido que a los que han demostrado, que se han entregado, que han dado su vida trabajando seriamente por nuestra cultura, o que tienen interés en darla, seriamente, se los apoye de alguna manera para que nuestro arte no se pierda, porque se está perdiendo. Los jóvenes ya no tienen referencia de lo nuestro. No saben que música hay en este país.

Una vez una maestra me preguntó cuál era la música de nuestra provincia. Cuando yo era chico, cantábamos tonadas, en la clase de música cantábamos cuecas, en fin. No sólo que se rescate, sino que se difunda lo que tenga valor.

Si se le diera a la juventud calidad o por lo menos, algunas posibilidades para acceder a lo auténticamente valioso, a lo que tiene nivel artístico, se le está dando un arma muy poderosa que es conocer un valor grandioso como es la belleza que se encuentra en lo estético.

Desgraciadamente hay una aplastante difusión de cosas no artísticas, comerciales, de terrible mal gusto, de espantoso mal gusto, sepultando a todo lo demás. Entonces, que para todo lo demás, se tengan, por lo menos, algunos canales de difusión. Nada más. Ese es mi pedido.

Manuel «Nolo» Tejón en su casa, compartiendo con La Melesca

Cerramos una charla que mantuvimos con Manuel Tejón hace algunos años atrás. El objetivo ha sido resaltar, con gratitud, respeto y admiración, la figura de un genuino creador mendocino que, junto a su esposa Magda De Merolis, defendió, a través de su arte, nuestra identidad regional, sin concesiones a un sistema globalizante y deshumanizado.

Personalmente reconozco en él su influencia estética y su ejemplo de vida.

El regador se ha dormido

sentado junto a la acequia

y por no turbarle el sueño

el agua se queda quieta

¡Gracias maestro!


gregorio-torcettabyn* GREGORIO V. TORCETTA: Escritor, periodista, poeta y autor mendocino. Escribió sobre artes y espectáculos en los diarios “Mendoza”, “Los Andes” y “MDZ” de Mendoza. Colaboró con la revista “Folklore” de Buenos Aires. Autor de canciones y publicó los poemarios “Un poco de mí” y “El canto vano”. La cantata sinfónica “Los duendes del agua y la piedra” y el poema coral “Mendoza, cantata fundacional” llevan su poesía. Es uno de los fundadores de la revista digital “La Melesca” historias de Cuyo.

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