La Melesca

VIOLETA JESSOP – «MISS INHUNDIBLE»

Las sorprendentes peripecias de una argentina de sangre anglosajona que vivió en Mendoza, sobrevivió al hundimiento del Titanic… y a dos naufragios más.

 

 

Por ANIBAL CUADROS*

 

 

“Un cielo límpido, con el sol de la mañana reflejando innumerables sombras en el campo de flores, que cubrían todo como una alfombra (…) Esa es mi primera memoria de las Pampas, el vasto pedazo de tierra donde teníamos nuestro hogar en la Argentina” expresó en sus escritos Violeta Constancia Jessop, que permanecieron inéditos y se conocieron muchos años después de su muerte, en 1971.

Su padre, el dublinés William Jessop, llegó alrededor de 1885 a la colonia británica asentada en la localidad de Sauce Grande, a unos 30 km al norte del paraje Las Oscuras, en el antiguo partido de Bahía Blanca. En esa época todavía resultaba una zona peligrosa por estar en los límites de los dominios puelches, denominación que recibían los indígenas de la región. Los ingleses se dedicaban a la producción agropecuaria y, preferentemente a la cría de ganado ovino. El joven Jessop poseía amplios conocimientos sobre la esquila, actividad que había desarrollado en su Irlanda natal.

El hecho de conseguir un buen trabajo y posibilidades de progreso, lo animó a insistirle a su novia, Katherine Kelly, que decidiera cruzar el mar para comenzar la vida en común que soñaban. Katherine arribó al puerto de Buenos Aires a fines de 1886 y se trasladó sin demoras a Bahía Blanca. Desde allí, en un carro como medio de transporte, llegó al rancho que su novio había construido en Sauce Grande. Violeta, en sus notas describió la casa “era una larga habitación construida por mi padre, con piso de tierra y paredes de adobe.También tenía una alambrada para protegerla de la paja voladora, que podía ser muy molesta con el viento. Adentro, apenas había una silla de madera y no mucho más. Sin embargo, ellos eran románticos y ahí fue donde mi padre le pidió casamiento”.

A comienzos de 1887 se concretó la boda y el día dos de octubre nació Violeta. En total tuvieron nueve hijos pero, en ese lugar, nacieron los primeros seis. Después de Violeta llegaron cinco varones: Ray, William, Philip, Jack y Patrick.

UN DESTINO ANDARIEGO

 

Puerto Ingeniero White en Bahia Blanca, a comienzos del siglo XX

 

Debido a la profunda crisis económica que afectaba a la Argentina durante la presidencia de Miguel Juarez Celman y ante la acuciante necesidad de buscar el sustento para su numerosa familia, aceptó una oferta laboral en Bahia Blanca, que incluía el traslado y la casa en una zona cercana del puerto Ingeniero White, donde solían establecerse los empleados ferroportuarios británicos. Fue el primer contacto de Violeta y sus hermanos con un espacio urbano importante. Les recomendaron que no podrían andar por cualquier lugar como acostumbraban hacer en la colonia y debían modificar muchos de sus hábitos. Algo molesta escribió: “me costaba entender que mi padre estuviera siempre vestido con la ropa que sólo usábamos para las fiestas, y que lo llamaran todo el tiempo por cuestiones de trabajo. Pero lo que me resultaba más difícil era adaptarme a la casa grande”.

Durante un par de años, en la última década del siglo XIX, transcurrió en ese lugar su primera infancia. Violeta mencionó “La mayor parte de Bahía Blanca no estaba pavimentada y cruzar una calle significaba, muchas veces, tener que estar saltando entre los charcos. En contraste, la zona portuaria donde vivíamos estaba limpia y pavimentada”.  

Sin embargo toda la familia debió emigrar a un nuevo destino laboral. Jessop debía hacerse cargo de una estación del Ferrocarril del Sud, en el recientemente inaugurado ramal Tres Arroyos-Bahía Blanca. Violeta describió “la casa parecía emerger de un mar de alfalfa y los vecinos más cercanos estaban a varias millas de distancia. La única otra construcción a la vista era un `bolichi’ (sic), una pequeña taberna y almacén atendidos por doña Rosa y su padre, don Guillermo”. Y aquí aparecen los primeros acontecimientos dramáticos. Por una infección infantil de escarlatina, muere su hermano Ray. Como si fuera poco, Violeta se intoxica accidentalmente con veneno y casi le cuesta la vida. Los padres consideraron los hechos como un mal augurio y toman la decisión de partir hacia otro lugar. Los directivos del ferrocarril lo destinaron a la cabecera de la línea, en el barrio porteño de Constitución.

UN LUGAR JUNTO A LOS ANDES

En la Capital, no pasó mucho tiempo cuando Violeta contrajo la tuberculosis, enfermedad infecciosa que en esa época, los pocos que lograban superarla, quedaban con graves secuelas pulmonares.

Los médicos del Hospital Británico fueron terminantes con el diagnóstico y arriesgaron que, a lo sumo, tendría tres meses de vida. También recomendaron que sería beneficioso el aire puro de montaña, con el fin de alargar las posibilidades de sobrevida.

Es así como Mendoza, donde pocos años antes había arribado el ferrocarril, aparece como un destino irrenunciable en el oscuro panorama familiar. Recién llegados se instalan en una casa de calle Tiburcio Benegas, en la actual sexta sección de la capital mendocina. Frente al inmueble se ubicaban los talleres del ferrocarril, donde fue designado inspector de calderas de locomotoras.

Sin embargo algo providencial sucedió, algo que la familia definió como una “ayuda del cielo”. Violeta, contra todos los pronósticos, empezó a recuperar la salud notablemente y, en escasos meses, estaba totalmente curada.

Estación Mendoza del FFCC del Oeste inaugurada en 1890

La vida en Mendoza insinuaba mayores posibilidades de prosperidad y felicidad. Tanto es así que llegaron tres nuevos integrantes para el clan Jessop: Denis y las gemelas Molly y Eileen.

Violeta, junto con sus hermanos concurrieron a una escuela pública, donde demostraron ser excelentes alumnos. A comienzos del ciclo escolar de 1900, la niña ya contaba con doce años e ingresa a la Escuela Normal que era dirigida por la maestra estadounidense Mary Olive Morse. Esta docente norteamericana, junto Sarah Cook y Margaret Collord, como muchos otros, llegaron al país por mediación de Domingo F. Sarmiento, que estaba empeñado en “transformar radicalmente el sistema educativo existente”.

Al Colegio, ubicado en calle San Martín al 1020 (hoy Galería Piazza), concurrían alrededor de quinientos alumnos y solamente ella y la hija de un pastor anglicano, tenían origen anglosajón. Sin embargo los chicos Jessop participaban activamente en los actos públicos, los escolares como también en los organizados por los residentes británicos de la provincia.

Alameda de la antigua «Prolongación Sarmiento»

El aumento del grupo familiar determinó una nueva mudanza a una casa más grande. Estaba ubicada en «Prolongación Sarmiento» -actual Emilio Civit- muy cercana al ingreso del incipiente Parque del Oeste (hoy Parque Gral. San Martín) aunque todavía no existían los famosos portones. En aquellos tiempos la arteria estaba muy lejos de la avenida de «lujosas viviendas y habitantes opulentos», en que se convirtió décadas después. El nuevo espacio de los Jessop era una cómoda vivienda construida de adobes, con espacios suficientes para jardín y, como se estilaba, tenía una pequeña chacra en los fondos de la propiedad.

Pero las desgracias no terminaban de pasar. Un día de «Zonda», un molesto viento caliente que asola con violencia a la región cuyana, produciendo daños materiales y trastornos en los habitantes; una de las mellizas, la pequeña Molly, falleció de forma imprevista, aparentemente producto de una muerte súbita. Era ya el tercer hijo que el matrimonio perdía sin embargo, la familia continuó bregando. A comienzos de 1903, le diagnostican al jefe de familia un tumor canceroso que era necesario extirpar de forma inmediata. A los pocos días de la cirugía, el día 7 de marzo, William Jessop no pudo superar el post operatorio de su grave enfermedad y falleció. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio Inglés, un sector ubicado dentro de la necrópolis de la capital mendocina.

Ante este cúmulo de adversidades, más la perdida de su compañero de vida, la madre decide regresar a Europa, a su país, ante las protestas de Violeta y sus hermanos que no querían abandonar Mendoza. Por una secreta injerencia de Violeta, la directora de la Escuela Normal solicitó a Katherine que le dejara a la niña en adopción, pero la decisión estaba tomada. Partieron desde Buenos Aires a bordo del buque “Burgundy”, con destino final al puerto de Liverpool, con escala previa en Londres.

UNA NUEVA VIDA

 

El «RMS Titanic» en el puerto de Southhampton

 

Regresaron a Irlanda del Norte y Violeta ingresa a un colegio de Belfast para continuar sus estudios. Ante las dificultades económicas familiares y para ayudar a su madre a sobrellevar la pesada carga, se empleó como camarera en la empresa naviera Royal Mail Line.

En 1910, estando instalada en Londres, soportó algunos rechazos de compañías marítimas que consideraban su belleza un obstáculo para las actividades de a bordo. Sin embargo, sus juveniles veintidós años, su porte alto y estilizado, rasgos suaves, ojos verdes y abundante pelo rojizo; sumado a una sólida preparación y el manejo fluido de dos idiomas -ingles y español- hicieron simple su ingreso a la White Star Line, la mayor empresa naviera inglesa. Sus nuevos empleadores, consustanciados con nuevas filosofías empresariales, consideraban la estética de la tripulación como un símbolo acorde al prestigio que querían infundirle a sus nuevos transatlánticos.

Su carrera dentro de la empresa, a partir de su viaje inaugural con el “RMS Majestic”, fue meteórica. Luego pasó por el “RMS Adriatic”, el “RMS Oceanic”, llegando hasta el lujoso “RMS Olympic” que era considerado, hasta ese momento, como el mayor barco construido.

Cuando se enteró que la compañía botaría próximamente un nuevo y lujoso trasatlántico se presentó, entre cientos de postulantes, para ser incluida como camarera de primera clase. Fue una de las veintitrés mujeres elegidas. El día 10 de abril de 1912, llegó al puerto de Southampton con un nuevo e impecable uniforme, dispuesta para embarcarse en el “RMS Titanic”.

 

Día 10 de abril. El «RMS Titanic» comienza su viaje inaugural

Una multitud de más de dos mil doscientas personas, entre pasajeros y tripulantes, colmó el vapor que partió, en su viaje inaugural, con destino a Nueva York. Durante la noche del día 14 la nave colisionó con un iceberg y el buque quedó severamente dañado. El capitán, luego de algunas indecisiones, ordenó su evacuación. Los detalles de lo sucedido en esa fatídica noche han sido ampliamente difundidos por distintos medios de comunicación y publicaciones de todo el orbe, que también se conmovieron por las personas que no tuvieron opciones de conseguir como salvarse. El barco, que tenía prevista una dotación de 64 botes salvavidas para 65 personas cada uno, solo llevaba  20 -sus fabricantes lo consideraban “inhundible”. Sólo 16 fueron abordados para salvar vidas.

Violeta y varias compañeras, recibieron ordenes de subir a los botes para demostrar a los desorientados pasajeros, presas del pánico, que eran seguros. Al de Violeta ingresaron 39 personas. Cuando lo bajaban al mar, un oficial le habló desde la barandilla: “Señorita Jessop, tenga: cuide a este bebé, y me arrojó un bulto al regazo”. Con el bebé apretado contra su chaleco salvavidas observó, mientras se alejaban, como el barco lentamente era engullido por las gélidas aguas del Atlántico.

Ateridos por el excesivo frío que sufrieron luego de boyar a la deriva durante ocho horas, fueron rescatados por el buque carguero “RMS Carpathia”. Esta nave recogió a los 709 sobrevivientes y los depositó sanos y salvo, el 16 de abril, en el muelle 54 del puerto de Nueva York.

 

DEMASIADA O ESCASA FORTUNA

Hay una parte curiosa en la vida de Violeta Constance Jessop que, de acuerdo a la óptica con que se mire podríamos asegurar que fue una persona de mucha mala suerte o podría considerarse como muy afortunada.

Desde que empezó a navegar, actividad que desarrolló durante toda su vida europea, tres de los barcos donde formó parte de la tripulación, sufrieron inconvenientes, dos de ellos terminaron en el fondo del mar, pero ella resultó indemne. Tal característica hizo que algunos medios de prensa se refirieran a ella, de manera afectiva, como “Miss inhundible”.


El «RMS Olympic» en el puerto de NY

El 20 de septiembre de 1911, resultó ilesa en un incidente del “RMS Olympic” cuando se disponía a realizar su sexta travesía hacia América. Se produjo con un buque inglés de guerra, el “HMS Hawke”, que, por su cercanía física, no pudo escapar de la fuerte succión generada por el enorme vapor de pasajeros. El “HMS Hawke”, que perdió su proa en el incidente, golpeó el casco del transatlántico por el lado de estribor, abriendo un gran agujero en la zona de los camarotes de tercera clase y dañando el eje de una hélice. No causó heridos​ y, a pesar de los daños recibidos, el “RMS Olympic” regresó por su cuenta al puerto de Southampton. La compañía White Star Line envió el buque de vuelta a los astilleros a efectuar las reparaciones necesarias.


RMS Titanic naufragando

El segundo, ya relatado y también el más publicitado, sucedió con “RMS Titanic” el 15 de Abril de 1912. Se constituyó en un devastador naufragio que ocasionó la pérdida de más de mil quinientas vidas. Violeta no sufrió daño físico alguno, excepto los trastornos de ansiedad y pánico que lógicamente generan estas experiencias extremas. Pese a la catástrofe, regresó a su trabajo casi de inmediato, a bordo del “RMS Olympic”, y siguió haciéndolo por muchos años más.


El Britannic convertido en hospital se hunde

Su tercer experiencia dramática aconteció el 21 de noviembre de 1916. El “RMS Britannic” corrió la misma suerte que su hermano, el “RMS Titanic”, naufragando en el mar Egeo durante la Primera Guerra Mundial. El monumental barco, fue botado en 1914 faltándole completar sus lujosos interiores. A los pocos meses se declaró el conflicto bélico y el buque, que estaba fondeado esperando su ensamble definitivo, fue requisado por el gobierno británico para utilizarlo como buque hospital. Pintaron la embarcación de blanco, colocaron cruces rojas en cada lado y una línea verde que iba de proa a popa. Violeta Jessop fue reclutada como personal sanitario debiendo realizar un acelerado curso de enfermería.

El naufragio costó treinta vidas en un total de 1.125 tripulantes. La prensa británica de la época reportó que el buque había sido alcanzado por torpedos alemanes, aunque muchos sostienen que en realidad se topó con una mina submarina. Se hundió en menos de una hora, tres veces más rápido que el “RMS Titanic” a pesar de todas las previsiones de los ingenieros navales para que fuera una nave más segura. En esta oportunidad Violeta no logró salvarse en un bote salvavidas, ya que el suyo junto con otros, fueron chupados por las hélices del barco. Debió tirarse al mar, sufrió un golpe en la cabeza, pero la rescataron. Ella atribuyó el milagro a su abundante cabellera, pues la sacaron del agua izándola del pelo.


DE VUELTA en TIERRA

En 1926 cambió de naviera y trabajó para la Red Star Line, volviendo unos años después a su primer lugar de trabajo en la Royal Mail Line. Dejó los barcos por un puesto como oficinista tras el final de la Segunda Guerra Mundial pero, en 1948 con 61 años de edad, volvió a embarcarse por dos años más. Recién se retiró en 1950.

Tras 42 años de mantener una estrecha relación con el mar, se mudó a una casa de campo en Suffolk, un pequeño condado al este de Inglaterra. Se dedicó a la casa y a la crianza de gallinas domésticas. Se había casado cuando tenía casi cuarenta años con un marinero, pero la relación duró pocos meses y no tuvo hijos. Sus memorias fueron publicadas por los sobrinos en 1998, luego de la desmesurada notoriedad que concitó el director James Cameron con su premiado film “Titanic”. La obra publicada por el editor e historiador naval John Maxtone-Graham, se tituló «Titanic Survivor: The memoirs of Violet Jessop, Stewardess» («Superviviente del Titanic: Las memorias de Violet Jessop, azafata»)

Los años de su vejez siguió destinándolos a recordar su vida llena de sobresaltos, de los que siempre, sin explicarse el porqué, había logrado salvarse.

Vivió hasta 1971, cuando una insuficiencia cardíaca logró lo que tres desastres en alta mar no pudieron. Tenía 84 años.

Violeta Constancia Jessop

 


UNA SORPRESA EXTRAÑA

Una noche recibió una llamada. La voz femenina preguntó si ella era Miss Jessop, la que fue camarera del Titanic. Luego de los asentimiento, le hizo una última pregunta: “en pleno naufragio, cuidó a un bebé durante toda la madrugada”. Violeta le dijo que nunca podría olvidarlo. “Bueno, yo soy ese bebé. Muchas gracias”, dijo la voz, y colgó, sin darse a conocer.

Algunos asocian la fecha de nacimiento de Violeta con los sucesos extraordinarios de su vida. El día 2 de octubre, el santoral católico conmemora a los ángeles de la guarda: criaturas celestiales de suma importancia para los creyentes.


OTRA HISTORIA, DENTRO DE LA HISTORIA

 

En el “RMS Titanic” aparte de Violeta Jessop, viajaba otro argentino: Edgard Andrew nacido en Río Cuarto (Córdoba) el 28 de marzo de 1895. Su padre, el inmigrante inglés Samuel Andrew y su esposa Annie Robson, llegaron desde Whitby (Yorkshire, Inglaterra) en la década de 1870. Edgard, el menor de ocho hermanos, a inicios de 1911 viajó a Inglaterra para estudiar ingeniería mercantil. Tenía solo 16 años. Su padre fue el primer administrador de la estancia «El Durazno» (hoy funciona ahí la Escuela Agrotécnica Salesiana «Ambrosio Olmos») en las cercanías de la ciudad cordobesa de Río Cuarto.

El mayor de los hermanos fue el primero de los Andrew en dejó la estancia para estudiar en Inglaterra. Egresó como ingeniero naval y se convirtió en un experto constructor de barcos. Cuando volvió a Buenos Aires ingresó en la marina y, en 1911, fue comisionado en Estados Unidos para inspeccionar la construcción de dos barcos de guerra encargados por el gobierno argentino. En 1912 se enamoró de una viuda acaudalada llamada Harriet Fisher y, por ella, abandonó la carrera militar y la ciudadanía argentina. Se convirtió en un destacado ejecutivo de la firma «Fisher & Norris Anvil Works»; empresa dedicada a la industria mecánica.

El motivo que ubica a Edgar embarcado en el lujoso trasatlántico rumbo a Estados Unidos obedece a que su hermano Alfred -que era doce años mayor- quería que estuviera el día de su boda. Pero una huelga del gremio del carbón en Inglaterra, modificó totalmente sus planes. Su viaje a Nueva York originalmente lo realizaría en un buque más modesto, el RMS Oceanic, que zarpaba el 17 de abril de 1912. La White Star Line canceló los viajes de la mayoría de sus barcos para concentrar la totalidad del combustible en el RMS Titanic, la joya naval del momento que hacía su viaje inaugural. Con esfuerzo pagó la diferencia de tarifa para poder embarcarse.

Comenzando el viaje, se le ocurrió comprar una postal del barco y desde Queenstown (Irlanda), el último puerto que tocaron antes de comenzar el cruce del océano, la envió a su hermano Wilfred a la estancia El Durazno. La esquela, que llegó a Córdoba un mes después del naufragio, decía: «Desde este colosal barco tengo el placer de saludarte. Hoy llegaré a Irlanda, donde pasaré unas pocas horas. Yo lo estreno en su primer viaje a este gran buque. Firmado: Edgard».

Entre los parientes cercanos se contaba que luego de cederle su chaleco salvavidas a una circunstancial compañera de viaje, se había arrojado al mar. Muchos años después, la versión fue confirmada por Edwina Troutt, una maestra inglesa, cuando relató que un pasajero argentino tenía colocado ya su chaleco y viendo su desesperación, se lo cedió para después arrojarse al mar. El cuerpo nunca fue hallado.

Algunos descendientes de la familia Andrew aún residen en la localidad cordobesa Villa General Belgrano.


 

 

* ANIBAL CUADROS: Autor, compositor y músico. Solistas, conjuntos y coros interpretan y graban sus temas. Dirigió musicalmente Fiestas de Vendimia, centrales y departamentales. Es uno de los fundadores y director del archivo digital “La Melesca”, historias de Cuyo.

 

FUENTES:


BBC Mundo. "Miss inhundible: la argentina que sobrevivió al naufragio del Titanic, del Britannic y al choque del Olympic”. Abril 30 de 2017. www.bbc.com/mundo/noticias-39749954


CAMPANA, Carlos. “La camarera del Titanic que vivió en Mendoza”- Diario digital El Ciudadano (Mendoza) – Abril 20 de 2020. https://www.ciudadanodiario.com.ar/la-provincia/la-camarera-del-titanic-que-vivio-en-mendoza


DE POZUELO, Eduardo Martín. “Los tres naufragios de Violet Jessop” Diario La Vanguardia – Barcelona (España). Marzo 30 de 2012 - www.lavanguardia.com/magazine/20120330/54278958076/violet-jessop-titanic-oliympic-britannic-transatlanticos-superviviente.html


KUNDT, Alberto / DIEZ, Tino (col). “Violet Constance Jessop, la bahiense del «Titanic»”. www.ingenierowhite.com/multimedia/la-bahiense-del-titanic/


MICALE, Adriana. “Las maestras del “loco” Sarmiento”. Revista Estrictamente Social - Diario Uno (Mendoza) Diciembre 6 de 1998.


RATTO, Silvia / SANTILLI, Daniel. “De factoría a poblado agropecuario. La evolución del partido de Bahía Blanca hacia 1869” - Cuadernos del Sur. Historia Nº 33 – Bahía Blanca / 2004


CHEETHAM, Nicolás. "Edgar Andrew, la historia del único argentino que murió en el naufragio" - Diario "PUNTAL" - Río Cuarto (Córdoba) / Junio 27 de 2020. https://www.puntal.com.ar/historia/edgar-andrew-la-del-unico-argentino-que-murio-el-naufragio-n108625

WIKIPEDIA. https://es.wikipedia.org/wiki/Edgard_Andrew

 

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