La Melesca

EL CINE EN MENDOZA – Parte 1


DESDE SU INICIO HASTA LA DÉCADA DE 1960

¿Cuándo comienza la historia del cine en Mendoza? Esta pregunta puede tener varias respuestas: la primera exhibición, la primera producción o, por ejemplo, la primera máquina de cine vendida en el mercado local. Sin embargo, por algún lado hay que arrancar. Tomando como comienzo de la cinematografía en la provincia la fecha de la primera exhibición a mediados de 1899 y hemos continuado el desarrollo hasta fines de 1960. Este artículo intenta desarrollar tres momentos de esta historia:

    • El desarrollo cinematográfico en Mendoza hasta mediados de la década del ’60.
    • La historia del mayor proyecto cinematográfico del interior del país en el siglo XX: Film Andes.
    • El periodo posterior al quiebre de la empresa mendocina hasta la actualidad, con un breve apartado sobre las posibilidades a futuro del cine en Mendoza.

por JAVIER OZOLLO *

La Mendoza de fin del siglo XIX y las primeras proyecciones (1899 – 1905)

En el último cuarto del siglo XIX en Mendoza se había asentado en el poder político y económico lo que la mayoría de los historiadores coincide en llamar la “oligarquía mendocina”. En general con este término se hace referencia al grupo de familias que había retenido el poder prácticamente desde la colonia y que ocupaba los cargos principales del Estado y que supo aprovechar y acompañar la racionalización capitalista, que era la tónica de los nuevos tiempos. Si bien nos referiremos más adelante a la importancia del papel “desarrollista” que tuvo esta oligarquía, vale la pena hacer aquí una primera referencia.

Los cambios producidos en el país, fruto de la llamada generación del ’80, que había conducido exitosamente un modelo de acumulación basado en la agro-exportación, se hicieron sentir fuertemente en Mendoza. Luego de la llegada del Ferrocarril y con él la gran oleada migratoria, Mendoza quedó fuertemente arraigada económica y políticamente al mercado interno y a la conducción nacional. El modelo de agro-exportación sostenido por el roquismo, en sus distintas facetas, daba la posibilidad de que los sectores dominantes mendocinos se acoplaran al proyecto nacional mediante una economía complementaria que no competía ni impedía en nada la gran exportación agrícola-ganadera pampeana.

mendoza 1912

En este marco de complementariedad se puede decir que, “la elite mendocina impulsó un proyecto socioeconómico renovador y ambicioso, que no tardó en transformar el panorama de la provincia. Si a principios del siglo XIX Mendoza era un oscuro apéndice de la periferia interior del país, pocas décadas más tarde la provincia andina llegaría a convertirse en un polo de desarrollo agroindustrial, saltando del décimo al cuarto lugar entre las provincias más pobladas del país”.

Si bien las luchas intestinas de la oligarquía mendocina seguían siendo importantes, esto no cambiaba el rumbo general del desarrollo. La superficie política de las luchas inter-oligárquicas enfrentaba a orteguistas, guiñazuistas y civitistas. Sin embargo, es de destacar que lo notable de la clase dirigente de Mendoza en esta época es que logra, por lo general, resolver los conflictos mediante los medios institucionales. Las instituciones políticas, comenzando por la Constitución Provincial y la Nacional, funcionan. Es muy acotado el problema de desborde institucional, con el uso de la fuerza directa, como en la primera mitad del siglo XIX, en el tiempo de las guerras civiles y las luchas callejeras.

Emilio Civit será un representante paradigmático de la elite modernizadora mendocina de finales del siglo XIX y principios del XX. Como dos veces gobernador y como ministro de Roca su aliento estuvo dedicado al hacer permanente. Civit fue parte de la Mendoza y de la Argentina de la generación del ‘80. Su nombre es, también, uno de los índices del apoyo de las oligarquías provinciales al proyecto del primer Roca. Pero la elite mendocina se incorpora de manera complementaria a este proyecto e influenciándolo en sus aspectos más industrialistas. No es casual que Civit, siendo ministro de Roca, canalizara numerosos ríos, incluyendo el Río de la Plata o que realizara obras portuarias o que quintuplicara las líneas férreas de capital privado y duplicara las del Estado. Es el espíritu industrialista de los bodegueros mendocinos que se muestra en un periodo particular de la historia argentina.

Este modernismo de la generación del ‘80 tendrá fuertes efectos en la historia del cine argentino y mendocino. La primera exhibición cinematográfica en Buenos Aires, con vistas de los Lumière, ocurrió el 18 de julio de 1896. Ya en 1894 había llegado el kinetoscopio y, a comienzos de 1896, un concesionario de kinetoscopios había experimentado proyecciones públicas con un aparato de su invención. En 1897 comenzó la importación de cámaras francesas, y un francés residente en Argentina, Eugene Py, se convirtió en el primer realizador y camarógrafo con el corto “La bandera argentina”. Durante el roquismo llegan los inmigrantes, futuros espectadores de cine, pero también mano de obra especializada y se importan equipos de filmación y de proyección.

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«El Tren» de los hermanos Lumière (1895)

Mendoza no es ajena a esta modernización, su elite está en medio de la generación del ‘80 y a ella le suma su estilo.

En este clima, el 16 de agosto de 1899 Mendoza asistía entre desconfiada y curiosa a la primera vista del cinematógrafo. La crónica de Los Andes muestra el grado de asombro y puerilidad frente al nuevo entretenimiento. Allí se dice: “Admirado queda el público cuando ve la vida y el movimiento reproducirse con toda nitidez y precisión, como si efectivamente se encontrara uno ante un cuadro real, que sino llega a impresionar con todo el sentimiento que inspiran los hechos que presenciamos, es sólo por la falta de colorido de las figuras, último descubrimiento en materia de copia de la naturaleza que buscan con afán los sabios, cuyos principios ya han encontrado y que no es posible dudar que en este tiempo de los maravillosos secretos arrancados a la oscuridad efectiva de la ciencia, se hallará en más o menos breve tiempo. Pasando al Biógrafo que nos ha presentado anoche el señor Roldán, debemos manifestar que es auténtico, de lo más perfeccionado que se conoce en el día, y que constituye verdaderamente una entretención agradable, llena de atractivos e ilustrativa, porque hace conocer por medio de una serie de cuadros animados costumbres de otros países y de que sólo teníamos conocimiento, por los hoy ya imperfectos medios de las vistas fotográficas o litografiadas, y aún por la pintura que si bien puede dar con exactitud pasmosa, el color no puede imitar la vida, es decir la realidad”.

Seguramente, ésta no era la primera exhibición del biógrafo, es muy probable que la primera “vista” haya sido realizada en privado y posiblemente uno o dos años antes. De todos modos, el de agosto de 1899 constituye el primer registro fehaciente de una exhibición pública de cine en Mendoza. Particularmente, muestra la importancia que comenzaba a tener la provincia (recuérdese que en 1885 había quedado habilitado el ferrocarril que unía Mendoza con Buenos Aires y, con ello, Mendoza se incorporaba, plenamente, al mercado nacional) pues la primera proyección se realiza sólo tres años después de la vista en Buenos Aires.

Teatro Municipal de Mendoza (foto de 1924)

Teatro Municipal de Mendoza

La llegada del cinematógrafo se enraíza con la costumbres de las compañías de espectáculos teatrales o circenses que regularmente llegaban al interior desde Buenos Aires. Por lo tanto, una vez más, es la cultura popular teatral la que precede con sus ritos y costumbres al cinematógrafo.

El periodo de oro del cine en Mendoza (1930 – 1960)

Las décadas del treinta y cuarenta, transformarán de raíz la sociedad argentina y Mendoza no será ajena a ese cambio profundo. Este proceso de modernización, que incluyó buena parte de las décadas del ‘30 y del ‘40, se refleja en la constitución de las ciudades modernas del interior: Córdoba, principalmente, y en menor medida Mendoza y Tucumán.

Así, en las calles de nuestra ciudad, los adelantos técnicos del cine ya pueden hallarse en las casas del medio. Por ejemplo, en los primeros días del año 1931, el “Primer Instituto Óptico Oculístico” (en San Martín al 1415), del señor Carlos Birle, publicita en los diarios proyectores familiares a 44 pesos de la época.

Las salas cinematográficas se diversifican; el viejo cine “Colón” anexo de la confitería “Colón” que había sido cerrado en 1919, es reinaugurado con el nombre de “Ideal”, luego lo cambiará por Cine-Bar “San Martín” y posteriormente por “Renacimiento”, lo que mostraría su escaso éxito comercial.

La Colon

Confitería Colon

A finales de 1931 se inaugura el cine Hollywood, primer cine de barrio al aire libre. En el viejo terreno de lo que se conocía como “Los Baños de la Exposición” (Colón y San Martín, donde actualmente se ubica el Correo Central), también se inaugura el Cine “Gran Splendid”, primer cine del centro al aire libre. El 1 de Enero de 1932, el “Estornell” cambió su nombre por “Buenos Aires”.

El Estado burocrático e intervencionista como el que había gestado la oligarquía mendocina de finales de siglo XIX y principios del XX, y del cual poco cambió el radicalismo lencinista, más aún lo profundizó, fue la palanca del desarrollo económico de la provincia a pesar de la ideología liberal no intervencionista que propagaban los representantes más fieles de esa misma elite. Consustancial con este aspecto pragmático, y debido a la gran popularidad y éxito económico que expresaba la cinematografía, el Estado intervino sobre la actividad. Esta primera injerencia directa del Estado sobre la distribución comenzó, en la Provincia, el 24 de Julio de 1931 cuando la Municipalidad de Mendoza decretó un impuesto del 10 y 15% que gravaba las entradas de los espectáculos cinematográficos. El 31 de agosto por este motivo, las salas cierran, el 2 de septiembre publican una solicitada y finalmente unos días después se levanta el impuesto.

La segunda intervención se produjo cuando el cine “Centenario”, mantuvo una famosa disputa con la misma Municipalidad “por la seguridad de la platea alta”. Para terminar con el pleito el Juez de Instrucción, Dr. Guillermo Pagola, decide que los ingenieros Manuel Martínez y Miguel Bialet Laprida realicen una prueba de carga, que finalmente se hizo con 7.500 kilos en bolsas de arena durante doce horas, superada la misma, la platea alta del cine podía ser habilitada al público, pero la controversia quedó definitivamente saldada cuando el cine contrato 100 “extras” que subió e hizo ¡dar brincos! en la controvertida platea.

gardelEran también los años en que Gardel triunfaba en vivo en las salas de cine. El “Palace Theatre” ofreció una audición del zorzal criollo a mediados del año 1933, este cine-teatro se ubicaba en San Martín frente a Godoy Cruz, y luego se llamaría cine “Cinema”.

En los treinta se produce un hecho significativo para el cine nacional. A mediados de 1934, Mario Soffici comienza a filmar en Buenos Aires la película “La barra mendocina” (Soffici, 1935), que más allá del título, ofrecía como característica el haberse filmado pasajes enteros en la provincia. Ya no solamente el director era mendocino, sino que el título y algunas vistas incorporaban a Mendoza en la escena de la producción cinematográfica nacional. El filme fue estrenado el 5 de Octubre del año siguiente en el cine “Renacimiento” (Ex Cine “Ideal” y Ex “San Martín” en San Martín 1534), que habitualmente pasaba películas de tono popular y que se definía a sí mismo como el “cine barato para las familias”. Este fue el segundo largometraje de Soffici. Evidentemente, en sus preocupaciones temáticas no deja de estar presente su provincia.

En 1935, la ahora distinguida Quinta Sección incorporó, aunque fugazmente, su cine de barrio: el “Marconi” en la intersección de Colón (actual Arístides Villanueva) y Martínez de Rosas.

Las exhibiciones cinematográficas de los años ‘40 estarían signadas por el desarrollo del segundo gran conflicto bélico. La Argentina en general, reciclaba sus luchas políticas bajo la contradicción entre aliados y fascistas. Mendoza en particular seguiría las líneas generales de la nación y en la faz de la cinematografía, la pelea introduciría en el escenario los cines de las colectividades. La poderosa colectividad italiana inauguraría su propio cine: “Casa d’Italia” el primero de enero de 1942 y que, hasta el año 1944, pasaría filmes bélicos y publicidades alemanas e italianas.

Pero este mismo conflicto trajo un desarrollo inusitado en la capacidad operativa de los Estados subdesarrollados en muchas ramas. La tremenda energía que insumía a los países europeos la guerra, hizo que descuidaran sensiblemente las relaciones, generalmente de dominación, que establecían con los países semi coloniales de la época. Este índice político fundamental permitió, también en el área de la cinematografía, un desarrollo espectacular.

Mientras, en Mendoza, algunas instituciones se interesan en la relación entre el cine y el turismo. De esta manera, se produce el estreno de la primera película turística mendocina en el cine Avenida, patrocinada por la Junta Reguladora de Vinos, filmada en el Instituto Cinematográfico Argentino de Buenos Aires con exteriores, obviamente, en Mendoza. También se pasan cortos de la Fiesta de la Vendimia de ese año, filmados por Argentina Radio Films.

Como veremos más adelante, a propósito del comportamiento de la burguesía vitivinícola en relación al cine en Mendoza, el año 1943 inaugura un periodo histórico muy particular en la historia argentina. No solamente se produce la revolución de ese año, también llamada “la revolución de los coroneles”, hecho que termina con el periodo político que conocemos con el nombre de década infame, sino que emerge a la luz una nueva Argentina producto del lento pero incesante proceso de sustitución de importaciones. El antaño país agro exportador se ha vuelto, gracias a la crisis del 29 y a la Segunda Guerra Mundial, incipientemente industrial.

En síntesis, la asonada militar había puesto al descubierto un proceso silencioso que se venía gestando en la economía de antaño puramente agropecuaria: la Argentina se volvía industrial gracias a un proceso gradual de sustitución de importaciones. Este dato no es menor para la historia de la cinematografía argentina, ni mucho menos para la mendocina. En el capítulo pertinente veremos cómo afecta ello a la producción de cine en Mendoza, pero en este debemos destacar como afectó a la distribución de filmes en su aspecto más amplio.

Por un lado la industrialización del país permite que el centro cinematográfico por excelencia, Buenos Aires, desarrolle un crecimiento sostenido que, entre otros efectos, llevó a que se produjeran más películas nacionales y con ello que muchas fueran filmadas en el interior del país. Por otro, el auge del empleo industrial permite el desarrollo del mercado interno. Los mejores salarios industriales en la gran mayoría de la población, permite un crecimiento en la demanda de películas.

En este sentido y en relación a nuestra provincia, podemos decir que, el año 1943 será el que convulsionara más fuertemente el ambiente del cine mendocino. Por su cantidad de horas de luz, que permiten mayor tiempo de filmación en exteriores, y sus paisajes, Mendoza comienza a ser vista como una muy buena plaza para realizaciones cinematográficas. Ello traerá aparejado la filmación de producciones de estudios de Buenos Aires y el inicio, al año siguiente, de la compañía mendocina Film Andes. También durante el periodo que inaugura este año comienza la construcción de las grandes salas cinematográficas, se amplía y profundiza el fenómeno de los cines de barrio y se produce un notable incremento de público.

AFICHE SAFO (1943)Ejemplos de este fenómeno son, por ejemplo, que la prensa anuncia la llegada a Mendoza del director Carlos Hugo Christensen, para filmar exteriores de “Safo, historia de una pasión” (Christensen, 1943) con Mirtha Legrand, Mecha Ortiz (que finalmente no vendrá), Santiago Gómez Cou, Elisardo Santalla y Roberto Escalada. El staff finalmente arribará en julio de 1943 y se filmarán exteriores en Potrerillos y Tupungato. El personal técnico es de Lumington. Aunque los admiradores de la señora Legrand “formal” de los actuales mediodías, no lo crea, ésta película inauguró el periodo del cine erótico argentino y se filmó nada menos que en la pacata y conservadora Mendoza. Mientras, y aprovechando el suceso, el cine Avenida pone en cartelera “16 años” (Christensen, 1943), película del mismo director.

El segundo gran evento, que conmocionará al ambiente cinematográfico local, será la inauguración del cine “Gran Rex” que, con 2.200 localidades entre platea y pullman se convertirá en el cine más importante del interior del país.

La inauguración de una sala de esas características permitió los primeros estrenos nacionales, entre otros el de la ya nombrada “Safo, historia de una pasión”, filmada en Mendoza. Comenzó, también, a partir de aquí, un largo desfile de personalidades del cine nacional en la Provincia que incluiría, como en el caso del estreno provincial de la película “Los ojos más lindos del mundo” (Saslavsky, 1943), a empresarios (en este caso el propietario de Argentina Sono Film, Luis Ángel Mentasti) que señalaban la importancia comercial de Mendoza.

Este significativo año de 1943, finalizará con la llegada de Christensen y la gente de Lumington para filmar los exteriores de “La pequeña Sra. Pérez” (Christensen, 1944) con M. Legrand y J.C. Torry.

Cine Rex

En los primeros días de 1944 se produce la inauguración del cine “Gran Oeste” en la calle Paso de los Andes 82, (luego a mediados de los sesentas cambiará su nombre por “Caribian”). Hacia marzo se estrenaba en el Independencia la famosísima “Casablanca”. En tanto, en julio se inaugura en la calle Buenos Aires al 123 el cine “Fantasio”.

Radio Aconcagua tiene una audición (de martes a domingos a las 11 hs) llamada “La hora del cine” que anima Carlos del Moral. Este día, también, comienza a funcionar el microcine en el salón auditorio de la radio (actual Radio Nacional).

lagranilusionEsta década fue tan prolífica en lo que se refiere a cine que no sólo se producen grandes inauguraciones de monumentales salas de cine o se funda la empresa productora o los medios se abocan al proceso cinematográfico, sino que también dará lugar al primer Cine-club. El movimiento “cine-clubista”, de gran desarrollo durante las décadas de los sesenta y setenta, se conformaba normalmente para poder acceder a las películas que no llegaban al circuito comercial. En esta primera época de los cine-clubs, lo que normalmente se hacía era exhibir una película de cine arte o de difícil circulación en un cine que se alquilaba a tal efecto. En este caso se trata de un ciclo de cine arte en el Independencia, que organizará el primer Cine-club de Mendoza, con dos películas francesas “El rey” (Renoir, 1936) y “La gran ilusión” (Renoir, 1937), en homenaje a la liberación de París que se había conocido ese mismo día.

Era incontrastable, para estos primeros años de la década de 1940, que Mendoza se convertía en un lugar central en la historia del cine del país. En este tiempo se habían inaugurado grandes salas, entre ellas la más importante del interior del país, se había constituido una empresa filmadora, los medios de comunicación masiva se ocupaban con programas enteros de la actividad, se fundaba con adelanto de años el primer cine-club y al mismo tiempo personalidades de cine del extranjero y del país visitaban la provincia y la elogiaban como plaza importante para el cine. Evidentemente, se pueden ver las dimensiones que comenzaba a tomar la actividad en la Provincia, proporciones estas de desarrollo inusual para el interior del país.

El cine invade todo el ambiente provinciano. En la primavera de ese año pasa por Mendoza Murray Silverstone, vicepresidente de la Fox; al mes los mendocinos aliadófilos tienen su fiesta cívica con la exhibición en el Gran Rex de la entrada de De Gaulle en París y hacia finales de año el cine ha llegado hasta la cárcel: el 17 de diciembre el diario da cuenta de la exhibición, en la Penitenciaria Provincial, de la película argentina “Su mejor alumno” (Demare, 1944) con Enrique Muiño.

Es importante destacar un fenómeno que comienza a desarrollarse durante esta época y que es general de todos los centros urbanos importantes del país. El centro de la ciudad ya no tiene cines “chicos”, este ha quedado reservado a las grandes salas, mientras que en los barrios se da una gran proliferación de cines de poca cantidad de butacas. Por ello, a principios del año siguiente, el diario Los Andes ve Cine Iris San Joseinundadas sus páginas con nuevos cines que publicitan sus exhibiciones. Aunque no sabemos exactamente el día de su inauguración es muy probable que hayan comenzado sus actividades el año anterior. Así, anuncian sus funciones el cine “Iris” situado en el Carril Nacional al 805 de Guaymallén, el cine “Astral” en la calle San Martín 1759 de Godoy Cruz, el cine “Real” en Videla Castillo y Jujuy en la cuarta sección, el cine “Familiar” en San Martín 598 de Las Heras y el “Miraflores” en la calle Coronel Díaz al 342 de la cuarta sección.

Igualmente el centro no se queda atrás y en los meses siguientes comienza sus funciones una de las salas más tradicionales durante muchos años en Mendoza; se trata de la inauguración del cine “Cóndor” en calle Lavalle al 71.

En este fervor por la cinematografía, que se vincula con un periodo muy particular de la historia argentina, el peronismo histórico en el poder y que desarrollaremos con mayor profundidad en relación a Film Andes, la pequeña aldea, periferia de la periferia, se viste de gran ciudad cuando en la primavera de 1946, el galán estadounidense Tyrone Power, que conducía su propio avión y acompañado por Cesar Romero, reunió muchas personas en el aeropuerto que iban a “codearse” con las “estrellas de Hollywood”.

Los cines de barrio no todos eran todos pequeños como se podría pensar, sino que en la medida en que se tratara de una villa cabecera importante de la provincia, los cines departamentales imitaban la monumentalidad de los del centro. Así, se inaugura en Godoy Cruz el famosísimo cine “Plaza” en la calle Colón al 27 de esa ciudad, que con 1.300 localidades, bajo la construcción de Andrés y Cía. y Ribes, Indivieri y Cía. se convertía en el cine más importante del departamento, lo que ameritaba la presencia del gobernador Faustino Picallo en la inauguración.

Cine Plaza GCruz

Los incendios, provocados por la alta combustibilidad del celuloide seguían haciendo estragos. El caso más significativo en el año será el del cine “Gran Sur” de San Rafael que fue destruido por las llamas en agosto del ‘47.

El Estado mendocino veía en el cine sólo una herramienta propagandística, fundamentalmente porque el poder de desarrollo de la industria nacional de la época había dado las condiciones, para que con un impulso general del Estado Nacional, pudiera prosperar la cinematografía, solo en el ámbito de lo privado. Ese Estado sólo había intervenido en la producción de algunos documentales que intentaban publicitar el paisaje provincial con fines turísticos, como es el caso del noticiero especial panamericano “Mendoza tierra de tradición y trabajo” que se estrenó en el “Gran Rex” y en el “Avenida”.

Cine Aven

También se inaugura otro de los cines de gran trayectoria en nuestro medio y cuyo edificio todavía funciona como Sala Teatral en manos de la Municipalidad de Mendoza, se trata del cine “Mendoza” propiedad de Francisco López y Compañía, en la calle San Juan al 1427 con 1.000 localidades, que se edificó sobre un proyecto de Pedro Ribes y con la construcción de Lucas Sarcinella e hijos.

A principios del año 1950 comienza en los diarios de la época la publicidad de las películas que se exhiben en el cine “Orión” en la calle Dorrego 760 de Guaymallén.

La Universidad Nacional de Cuyo se había comenzado a interesar por el fenómeno cinematográfico en 1947 promoviendo la enseñanza y la investigación sobre el mismo. Sin embargo tres años después intentaría una de las más anheladas concreciones de los interesados en el cine dentro del ámbito de la universidad: tener un cine universitario. Como era imposible para la universidad local tener un lugar propio donde proyectar un cine de calidad, decide postularse como locadora del cine y teatro Independencia, que para aquella época prefería el cine al teatro. El 20 de julio de ese año caduca la locación del cine y teatro provincial, en manos del señor Schaffoaussen y pasa a la Universidad Nacional de Cuyo.

El cine era un negocio formidable pero, sin lugar a dudas, el sector que más réditos dejaba era la distribución. Por todos lados habían aparecido cines de barrio, cines-bares, grandes cines del centro, cines al aire libre e incluso los populares “Cines de Retretas” que básicamente estaban constituidos, al estilo del entrañable recuerdo de infancia de Mastroiani en “Splendor”, por una pantalla ambulante que se instalaba en cualquier plaza de la ciudad. En aquel 1951, una de las recorridas más famosas fueron las que organizaron la Municipalidad de la Capital y Cinematográfica Longone, que, por ejemplo, se realizaron en marzo con el siguiente cronograma: en la plaza Chile el 5/3, en la plaza Sarmiento el 6/3, en la plaza Pedro del Castillo el 7/3 y en la plaza Malvinas Argentinas el 8/3.

Teatro_Independencia_MendozaEste importante periodo del desarrollo cinematográfico cuyano, fue acompañado por un paralelo en el área de la exhibición del cine arte, ya en el 51, retomando el intento del año 44, el Teatro Independencia comenzó a proyectar funciones de “cine artístico”, muchas veces estas funciones eran acompañadas de disertaciones o presentaciones que realizaban los expertos en el tema. Por ejemplo, el 29 de junio de 1951 se estrenó “Los nuevos ricos” (Raimer, 1951) y “Retorno al amanecer” (Darrieux, 1950) con la disertación de José Trovar, que resaltó el valor artístico de las obras; también en septiembre se presentó un homenaje a Louis Jouvet y habló el cónsul francés en Mendoza.

Al cine artístico se sumaba el cine de las colectividades, de esta manera el Independencia exhibía algunos días filmes italianos o franceses y en la noche cine arte. El punto culmine de este camino llegó el primero de septiembre de 1952 cuando comenzaron las primeras funciones ofrecidas por el Cine-club Mendoza en la Alianza Francesa (la primera película exhibida fue “El robo al gran Tren”, Porter, 1903).

Mendoza ya es una plaza destacada para la producción cinematográfica, así, por ejemplo, el 26 de junio de 1955 una productora porteña comenzó la filmación de “Acorralada” (Rossi, 1953) que contaba con la participación de Enrique del Río, galán cubano, y Alberto Closas, para esa filmación contrataron técnicos y alquilaron los estudios de Film Andes, como se verá más adelante. En el departamento de San Martín se rodaron exteriores de la película “Alma liberada” (del Solar, 1951), producción de Lautaro Filmes Argentina, dirección de Edmundo del Solar y con la actuación del mismo director, Juan Corona y Josefina Ríos, el estreno fue exclusivo para Mendoza.

Facundo_el_tigre_de_los_llanosEn Mar del Plata se estrena la película “Facundo, el tigre de los llanos” (Tato, 1952) de Guaranted Pictures con libro del historiador mendocino Antonio Pagés Larraya. El director fue Miguel P. Tato con la supervisión de Borcosque. Pagés Larraya también realizará el guión de “Juan Cuello” (del Carril, 1953) largometraje de Hugo del Carril cuya filmación se realizó en la segunda mitad de 1953.

Aunque con un ritmo menos sostenido que en los diez años precedentes se siguen inaugurando salas, sobre todo en los barrios, a mediados de 1952 se inauguró en Perito Moreno al 1073 de Godoy Cruz el cine “Gloria” con el filme nacional “Cinco Besos” (Saslavsky, 1945).

Mientras, el impulso que vive el país en general en el campo del cine se traduce, entre otras cosas, en la realización de la primera película argentina en colores, “El gaucho y el diablo” (Remani, 1952) de Ernesto Remani, con Juan José Miguez y Elisa Galvé, que en Mendoza se estrenó en el Gran Rex el 11 de diciembre de 1952.

Si bien el periodo de construcción de los grandes cines del centro había llegado a su esplendor en el ’43 con la inauguración del Gran Rex, todavía faltarían inauguraciones de importancia. Una de ellas será la del cine-teatro Opera, que abre sus puertas en los primeros días de agosto de 1953 en Lavalle 54. El diseño del Opera proponía innovaciones arquitectónicas (las primeras de este género en la Argentina) para salas cinematográficas, como la eliminación de la tradicional platea alta que era desplazada por la funcionalidad de una sola platea con 1.800 localidades que iban en declive cóncavo, desde la sala de proyección hasta el pie del escenario. El escenario tenía una boca de 17 metros con foso para orquesta, veinte camarines y, en aquella época, equipos de proyección Philips. Los propietarios eran Crocco, Lifschitz, Puldain y Francisco López, quienes estarán al frente de la empresa. Fue inaugurada con la función teatral “Cuando los duendes cazan perdices”, que trajo a Mendoza la compañía de Luis Sandrini con Malvina Pastorino, Eduardo Sandrini, María Esther Buschiazzo y el mismo Luis. El estreno cinematográfico llegaría con “David y Betsabé” (H. King, 1951) con G. Peck y S. Hayword.

Si la primera ola de novedades importantes para la exhibición fueron las inauguraciones de grandes edificios para salas de cines, la segunda fue la incorporación de los nuevos adelantos técnicos que, luego de superada la etapa del blanco y negro y el mudo, serán: el estereofónico, la imagen en relieve, las pantallas panorámicas, el cinemascope, el vistavisión, el superscope, el tridimensional, etc. Como ejemplo de ello y de laEl grito sagrado importancia que tienen durante la década del ‘50 los cines de barrio, se produce la refacción de cine “Suipacha”, que realizó una función privada para periodistas a fin de exhibir películas corrientes con elementos técnicos, incorporados por el cine, que hacen posible el sonido estereofónico y las imágenes en relieve. Este cine, famoso en la sexta sección principalmente por tener al lado de la sal principal otra al “aire libre”, había incorporado pantalla panorámica, mayor cantidad de altoparlantes (para el futuro estéreo) y una lente para proyectar tridimensionalmente, hasta que lleguen las nuevas películas, que incluyen estos adelantos. El cine pasará, con estas novedades técnicas, películas comunes que al decir de los periodistas presentes en aquella función: “se ven con una sensación especial de amplitud del cuadro y cierta nitidez particular que cobran las imágenes”. El filme que inauguró los nuevos sistemas fue la realización nacional, “El grito sagrado” (Amadori, 1954) de Luis César Amadori con Fanny Navarro.

La primera película en colores que se filmó en Mendoza fue la “La novia del Yeti” (Rossi, 1954), los exteriores realizados en la provincia habían comenzado a filmarse el 9 de septiembre de 1954. Era del sello Río Pilcomayo y dirigida por Julio Cesar Rossi, con Elsa Galve y Nathan Pinzón. También participan las mendocinas Tota Ferreyra y Mónica Mores.

Después del golpe de 1955

El impacto del golpe militar del 55 contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón se sintió fuertemente en el desarrollo de la cinematografía en Mendoza.

En el país, producida la caída del gobierno de Perón y como consecuencia de la puja peronismo anti-peronismo, el cine quedó paralizado. Dejaron de regir la protección y la obligatoriedad de exhibición. Se pudieron exhibir las películas extranjeras que el público demandaba por la veda relativa. Este “piedra libre” significó, en el interior del país y particularmente en Mendoza, el final de la producción propia, la ausencia de nuevas producciones que filman sus exteriores o algunas escenas en el interior y la apertura, en el campo de la distribución, de la importación de adelantos técnicos para las salas.

Dos fenómenos mantienen la atención de la vida cinéfila mendocina. Por un lado, el desarrollo y transformación de la distribución: sin lugar a dudas los años ‘50 y ‘60 se destacarán por las grandes construcciones de salas en el centro y por el fervor popular en los cines de barrio. Por otro, la dimensión institucional de la cinematografía en la provincia, que tendrá dos grandes vertientes: la educativa y la administrativo-económica. La educativa, en la medida en que el Estado Provincial, al compás del Estado Nacional y atravesado por los frenos de las burocracias de las dictaduras de turno, comprenden la importancia político-social de la “distribución de ideas” a través del cine. Y la administrativo-económica, en tanto que el Estado ve decaer día a día, por sus propias políticas vacilantes y liberales en la materia, un negocio sumamente redituable.

Mendoza ya se encuentra, a mediados de los cincuenta, entre las plazas cinematográficas más importantes del país, con un movimiento artístico vinculado a la cinematografía de cierta importancia (con una tendencia al incremento), con sus casi 50 salas sólo en la zona del gran Mendoza, la introducción de los últimos adelantos técnicos en los cines, el constante movimiento de creación, mantenimiento y desaparición de asociaciones de apoyo a la cinematografía, la actividad de cines-clubes y el desfile de grandes figuras nacionales a propósito de los estrenos de las películas en las cuales participan. La ciudad desbordaba progreso cinematográfico.

Sin embargo, como ya se ha dicho, la apertura indiscriminada de la importación, durante los años inmediatamente posteriores al golpe, tendrá como efecto dos fenómenos. Por un lado, el descenso de las producciones nacionales. Muchos estudios quiebran y otros languidecen lentamente (como el caso de Film Andes); por otro la incorporación de adelantos técnicos importados en la exhibición. Con mayor fuerza la cinematografía de Argentina y con ella la de Mendoza, pasa de ser productora y consumidora, a solamente consumidora con la excepción de algunos estudios.

Así, durante este periodo, el desarrollo cinematográfico en Mendoza se caracteriza, por la inclusión de equipos de última generación que se incorporan a los cines de la provincia.

Escudo NegroTempranamente los cines de los departamentos toman la delantera en estas incorporaciones, un ejemplo de ello es la pantalla panorámica que el cine “Gloria” de Godoy Cruz inaugura hacía finales de 1954. Ya durante el año siguiente se puede ver el estreno del film “El escudo negro” (R. Mate, 1954) con Tony Curtis y Janet Leigh, que introduce el cinemascope y el estéreo en el cine Buenos Aires. También el estreno de la famosa película “El manto sagrado” (H. Koster, 1952), con Richard Burton, Jean Simmons y Víctor Mature, inaugura los mismos adelantos en el cine Fantasio y que fue, por otra parte, el primer filme en cuya realización se tuvo en cuenta estos adelantos.

atrapar al ladronEl cine Buenos Aires sigue dando pasos tecnológicos y anunció la inauguración del Superscope. Se trata de un sistema que incluye la posibilidad de exhibición de fotografía anamórfica semejante al cinemascope, pero la proyección tiene medidas distintas. Este cine había puesto ya pantalla panorámica, cinemascope, cine tridimensional y ahora superscope. El largometraje que estrenó el sistema es “La sirena del Caribe” (Sturges, 1955), producido por Howard Hughes, de John Sturges, con Jane Russell y Gilbert Roland. Con esta misma película se había estrenado el sistema en los Estados Unidos. Simultáneamente en el cine Mendoza y en el Buenos Aires, se estrenó el sistema Vistavisión con el filme “Para atrapar al ladrón” (Hitchcock, 1954) de Alfred Hitchcock con Grace Kelly y Gary Grant.

Los empresarios propietarios de salas de cine, ante el alto consumo de películas importadas, aumentan su capacidad de exhibición y así la construcción de salas no cesa. En septiembre de 1956 un anuncio en los diarios intenta la participación del público: “Se realiza un concurso para ponerle nombre al cine que se está construyendo en la calle Lavalle”. Aparentemente el concurso no arrojo los resultados previstos, pues finalmente al cine lo llamaron, sin imaginación, “Lavalle” y se inauguró, con mucho retraso, unos años después.

El cine Gran Rex, que se sigue anunciando como el más grande del país, reforma sus instalaciones e incorpora escenario/pantalla, con el trabajo de la empresa constructora Miguel Rosso e hijos y con el proyecto del arquitecto Manuel Civit. El escenario tiene 22,50 metros de boca por 10 metros de alto. La pantalla es de 20 metros por 8,50. Son los años de los estrenos de las películas de “rock”, que, a partir del filme “Semilla de maldad” (Brooks, 1955) cuya banda sonora incorpora el hit de la época “Al compás del reloj” de “Bill Haley y sus cometas”, induce a los jóvenes mendocinos a bailar en los cines. Esta nueva moda pone en guardia a los moralistas y comienzan a prohibirse algunos de los filmes musicales.

Teatro Mistral

Hasta la Biblioteca General San Martín incorpora su propio microcine y comienza a pasar películas a partir de la primavera del año ‘57. También el teatro Municipal del Parque O’Higgins (hoy Gabriela Mistral), inaugurado en noviembre del ‘56, pasa películas para niños.

Una de las últimas salas de cine inauguradas en los barrios del gran Mendoza, durante esta década, es el cine “Libertador” en Dorrego, que comienza a publicitar sus funciones a principios del año 1959.

Una curiosidad de la época es la puesta en funcionamiento del primer cine-móvil. Se utiliza como un instrumento propagandístico y educativo para la producción agropecuaria. Se trata del agro-cine-rodante Shell, que llega a Mendoza mediados del año 1960. Es un acoplado de 14,50 metros de largo con 28 butacas y aislante de corcho, donde se pasan películas en 16 milímetros que explican los beneficios de los productos agroquímicos de la empresa y su forma de utilización para el agro mendocino.

Finalmente, dos inauguraciones de importancia durante el año 1960. El 29 de abril se inaugura el “Gran Cine Roxy” que comienza a funcionar en la calle Buenos Aires, al lado del cine Buenos Aires. El estreno que da inicio a las actividades del nuevo cine es la cinta “Ésta viña es mía” (King, 1955) de Henry King protagonizada por Rocksalomonreinasaba Hudson y Jean Simmons, a beneficio de las obras del Hogar de Ancianos. La sala es de Organización Cinematográfica Mendocina, propiedad de Alberto A. Garignani; el diseño es del Arq. Francisco Pittella. Tiene pantalla nacarada Perlux, 1.100 localidades, con ambientación oriental. El 6 de octubre, se abre la sala del cine “City”, que funciona en la novísima Galería Tonsa. El estreno de la sala se hace con la proyección de la película “Salomón y la reina de Saba” (Vidor, 1959) de King Vidor, con Yul Brynner y Gina Lolobrigida. El local incorpora equipos Techniramas de 70 milímetros y Todd-40. La sociedad propietaria la encabeza la firma Sarcinella, también constructora del cine.

LA MOVILIDAD SOCIAL ASCENDENTE

A pesar que una incipiente movilidad social ascendente comenzó con la generación del 80, esta no tendrá los niveles sociales masivos que adquirirá, tibiamente primero, a mediados de los años ’30 y que se profundizará luego del golpe de 1943 y más aún, después del ascenso del peronismo al poder en 1946. Este proceso fue el resultado de una mayor participación de los asalariados en el ingreso nacional, que alcanzó, en este período, uno de los picos más altos de la historia del país, llegando según Torrado al 44% en los años 1948-1955, y según Rapoport a más del 50%, al mismo tiempo que se registraba un casi nulo aumento de la concentración. A diferencia del periodo 1880-1930, que utilizó casi como mecanismos exclusivos de integración los indirectos, como, la escuela, la salubridad pública y el servicio militar obligatorio, el proceso que se inició a mediados de la década del ‘30 utilizó mecanismos de integración directos como el pleno empleo, el alza de salarios o las disminución de la jornada laboral, que se sumaban a los indirectos ya mencionados e incorporó otros como: mayor cobertura de la seguridad social o agremiación por rama. Estos mecanismos fueron incorporados en forma diferencial y llegaran a su mejor nivel entre 1946 a 1955.

cine imperial-maipuEn síntesis, creció el empleo urbano, con mayor expansión comparativa de la nueva pequeña burguesía (tanto del sector ligado a las actividades autónomas como del sector asalariado) y la clase obrera. La movilidad social en general resultó ascendente y no se detectaba ni empleo precario ni marginal,y la tasa de desocupación era muy baja ubicándose en los niveles de desempleo friccional. Desde el punto de vista ocupacional, el panorama general durante el justicialismo fue el de un proceso generalizado de movilidad social ascendente, acompañado por un aumento ascendente de los ingresos. Puede decirse, entonces, que el modelo sustitutivo de importaciones favoreció una estrategia que fue distributiva e incluyente en el empleo de importantes contingentes de la fuerza de trabajo.

Esta capacidad de ingresos de los sectores obreros y el ascenso constante de los sectores medios, trajo aparejada inmediatamente una afluencia masiva de público al entretenimiento por excelencia de la época: el cine. Como ya vimos este es el periodo de la construcción de las grandes salas cinematográficas -que atendieron principalmente a los sectores medios- y de la profundización del fenómeno de los cines de barrio -cuyo público sería, mayoritariamente, los sectores obreros urbanos y semi urbanos-. Por ello es que el centro de la ciudad, en la época, ya no tuvo cines “chicos”, este había quedado reservado a las grandes salas, mientras que en los barrios se dio una gran proliferación de cines de poca cantidad de butacas.

cinerecreoalairelibreEl cine fue en estos años un negocio formidable, pero sin lugar a dudas, el sector que más réditos dejaba era la distribución. Como se vio, por todos lados habían aparecido cines de barrio, cines-bares, grandes cines del centro, cines al aire libre e incluso los populares “cines de retretas”.

A finales de los cincuenta y durante toda la década del sesenta, es la época de las largas colas para ver los grandes estrenos. Como nos cuenta don Antonio Zarzavilla, empleado de cines en aquella época: “los cines en aquellos años, cuando no había televisión, en la calle Lavalle, cuando terminaba una sección: el matinée, íbamos, faltando quince minutos, a la Seccional Tercera a pedir a la policía para que cortara el tráfico en San Martín y Lavalle. Eso era permanente, no había que esperar al sábado o el domingo (…) era todos los días. Era lo único que había: el cine”.

Luis Campoy realizó el único estudio sociológico sobre el público de cine cercano a este periodo. Allí se nos ofrece un retrato cuantitativo de la asistencia a las salas cinematográficas. Allí se muestra que “sólo un 3% de los varones de 20 años en 1965 en la provincia de Mendoza no había asistido nunca al cine”. Ello da una clara imagen de la masividad del fenómeno.

Así, se encuentran los elementos necesarios para la producción de cine en Mendoza:

  • Empresarios con acumulación de capital proveniente de las excelentes ventas de vinos en un mercado interno en expansión.
  • Bodegueros inmersos, en virtud de lo anterior, en un proceso de diversificación industrial que rompiera con el estigma del monocultivo.
  • Un gran desarrollo de la industria cinematográfica nacional que casi no corre con riesgos de inversión.
  • Una situación desde el punto de vista geográfico inmejorable para el cine: una gran cantidad de horas de sol anuales, pocas lluvias, etc.
  • Una ciudad lo adecuadamente grande como para poder contar con extras, técnicos de apoyo, locaciones, etc.; y lo suficientemente pequeña para disminuir costos de traslados, catering, etc.
  • Un público masivo ávido de cine, producto de la movilidad social ascendente.

Por todo ello no será casual que Mendoza, con un clima envidiable que permitía largas temporadas de iluminación completa, con un paisaje variado y una plaza comercial que asomaba como de las más importantes del país, se constituyera en el único foco productivo de cine del interior durante todo el siglo XX. En poco tiempo la prensa comenzaría hablar de la “California argentina”.


Foto de Cine Recreo de la web mendozaantigua.blogspot.com

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* JAVIER OZOLLO: Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Cuyo; magíster en Ciencias Sociales por FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales); diplomado en Ciencias Sociales por FLACSO y licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de Cuyo.

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